martes, 18 de agosto de 2009

RICARDO PEDRONI 1915-1969

Capilla Vieja . Óleo 1956

Capilla de los Sarmientos. 1967

Hospital Rawson. Xilografía.1962


"Lo observaba caminando por las sierras, movedizo como un pájaro, enamorado del paisaje. Salía con la pipa tallada por él en marlo de choclo, el sombreo de ala ancha, el guardapolvo oscuro y largo, la valija de madera donde llevaba sus pinturas y el caballete. ...................................................................................................................... A veces el artista pasaba raudamente por las calles de La Calera sobre una moto gris y saludaba a sus amigos con un "¡Aijuna, qué lejos está la luna!" ..................................................................................................................... "No se cansó de observar la Vieja Córdoba que se desvanecía empujada por el crecimiento de la población, los altos edificios y la nueva arquitectura."

"Pedroni fue fundador del Museo Municipal de Bellas Artes de La Calera en el año 1963. Consiguió organizarlo junto con Miguel Pablo Borgarello, escultor, pintor y grabador reconocido de la ciudad de Córdoba, consiguiendo que artistas importantes donaran las primeras obras para su apertura."
del libro "La Calera, Testigos de Nuestra Historia"

lunes, 10 de agosto de 2009

Mario Giadrossi, el artista que vino de Italia

Mario Giadrossi nació en Lussinpiccolo, Italia, frente a las costas de Croacia en el año 1896.
Falleció en La Calera en 1971, luego de haber compartido su sabiduría de artista exquisito, su dignidad y su delicadeza, con sus amigos y alumnos de La Calera.





Cercanías de La Calera. Tinta y bolígrafo. 1968


Dibujante, pintor, escultor, muralista, restaurador, narrador de viajes, y por sobre todo: maestro,
mi primer maestro de arte.


Dice Tropi en el Libro "La Calera, Testigos de nuestra Historia":
"Largo y delgado "como una caña de bajar higos", con la boina en la cabeza, la camisa prolija, los tiradores manteniendo el pantalón en el lugar exacto. El bloc de papel en una mano y el lápiz de punta larga en la otra. El rostro afilado como la punta de su lápiz.
Parado en la esquina, con movimientos calmos y precisos dibujaba el paisaje callejero que luego pintaba con tonos transparentes y retocaba con el bolígrafo para dar a las formas la fuerza necesaria, contorneando y modelando las imágenes.
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Me gustaba cuando mojaba los pelos del pincel, con una pasada rápida por la boca, para darle buena forma antes de comenzar a pintar.
Los labios finos y violáceos en tensión, los ojos moviéndose rápido para traducir las distancias, las medidas, las luces y las sombras, me hacían sentir casi pariente."