En el estanque pequeño hay una escultura en piedra sapo hecha por mi.
Es de los años en que estaba enamorada del arte primitivo australiano.
Una de mis pocas esculturas que sobrevive.
Me encanta tallar la piedra sapo, por su blandura y la suavidad que desparrama en finos polvillos cuando se trabaja.
Tengo un bloque esperándome en el fondo de casa.
Prometo que pronto comenzaré a darle vida.
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